4to Encuentro de Cantaoras de Bomba: la voz viva de nuestras ancestras
por Yamary Sánchez Manso |
El sol loiceño comenzó a intensificarse sobre nuestras pieles al compás de los primeros golpes del tambor, mientras Maribella Burgos, organizadora del encuentro, y Gloriann Sacha Antonetty Lebrón, anfitriona del evento, daban la bienvenida.
En la tarde del 12 de octubre de 2024, el Parque Histórico Cueva María de la Cruz de Loíza se convirtió en santuario de raíces y resistencia. Las voces, a veces vibrantes, a veces cálidas, se alzaron en un encuentro que ya es tradición: El 4to Encuentro de Cantaoras de Bomba de Puerto Rico. El viento traía ecos de herencia, y los barriles, con la fuerza de siglos de historia, retumbaban no solo en nuestros oídos, sino desde lo más profundo de la cueva hasta el tuétano de nuestros huesos.
El pasado, el presente y el futuro de la bomba comenzaron a difuminarse ante nuestros ojos cuando las más jóvenes tuvieron su momento protagónico. Las niñas cantaoras Milenys Colón Báez, Anaís Isadora de Jesús Narváez y Larryannies Marie Avilés López se unieron al batey con una energía fresca, mostrando que la bomba no solo es un legado del pasado, sino una promesa a cumplir. Sus voces resonaron como quienes desde ya, sin importar la edad reconocen el poder que les habita.
El encuentro, dedicado al legado de Genoveva “Beba” Febo, compositora, gestora cultural, conductora de televisión, y una de las pioneras en documentar el renacer de la bomba y co-organizadora del evento, fue un homenaje a las ancestras que viven y se nombran gracias a su trabajo. Pilares como Beba, cuyas manos dibujaron el logo oficial del Encuentro de Cantaoras, a veces son invisibles para muchos, como mencionó Maribella, pero son columnas que sostienen el movimiento. Su energía y la de tantas otras que la precedieron se hizo presente en cada verso y repique.
El espacio del Parque Histórico estaba lleno de vida no solo por los tambores y las voces, sino también por la vibrante oferta de artesanías, kioskos de comida y bebidas que reflejan la riqueza de la gastronomía loiceña. Se podía disfrutar desde puestos de artesanes que exhibían tallas en madera, instrumentos y joyería, hasta coloridos textiles, creando un ambiente que celebraba tanto la cultura material como el patrimonio musical.
El Corazón del Batey: Las Cantaoras
Desde Loíza y Guayama hasta la diáspora de Nueva York y Chicago, la diversidad de voces de nuestras cantaoras se dejaron sentir con una fuerza arrolladora, llenas de poder y dulzura. Cindy Enid Cruzado Domínguez, desde Vega Baja, abrió el camino con un canto cargado de espíritu, invocando a nuestras madres y ancestras: "Mamá, mamá, me voy pa’ la bomba, échame tu bendición." Era un llamado de raíces, un grito de identidad que nos retumbaba en el pecho. Melody Stair, desde San Juan, nos revelaba su alma en cada nota, entregándose por completo a la verdad profunda de la bomba tradicional de Don Rafael Cepeda Atiles: "¡Ay Dios, qué será de mí! Si no bailo esta bomba, me voy a morir." Sus palabras eran un grito de libertad, de urgencia, de vida que late al ritmo de los barriles. Cada verso era una celebración de la existencia, de esa fuerza ancestral que nos conecta con el pulso de la tierra. Eran gritos de liberación, de celebración y de vida.
Mary E. Alduen, de la diáspora en Chicago, trajo consigo algo más que una canción; nos ofreció la historia de su familia Alduen una de las familias más importantes de la Bomba Puertorriqueña, unida por el hilo invisible de nuestro género, este que conecta generaciones y geografías. Su interpretación de "Desde Chicago a Mayagüez" resonó en el batey, y unió repiques que trascienden fronteras. Addys M. Castillo, desde Connecticut, continuó entrelazando y nos brindó una voz que unía lo lejano y lo cercano, tejiendo el pasado y el presente de la bomba en un solo batey, mientras su canto nos transportaba a la ancestralidad que nos habita interpretando la composición “Dominé” de la cantaora Norka Hernández Nadal. El evento seguía vivo con la presencia de Yazmin ‘Luna’ Vicente, cantaora de la diáspora neoyorquina, quien nos envolvió con su tema "Fragante Flor", donde la memoria se mezcla con la dulzura de las flores. Ilia Correa Sepúlveda, desde California, nos recordó que aunque el cuerpo esté lejos, el alma siempre permanece atada al Caribe. En su canto se escuchaba el susurro del mar y el calor del sol del oeste, que evocan la añoranza de volver a casa.
Continuó el atardecer en la cueva y las ancestras danzaban entre nosotres, liberándonos con su presencia. Como lo expresó con fuerza Norka Hernández Nadal, de la diáspora de Nueva York y Mayagüez, al finalizar la primera parte de las cantaoras, cuando su canto y dirección hizo un llamado espiritual a Shangó, el Orisha de la Justicia, con la bomba en cuembé de Mayagüez, sicá y yubá, "Candela Colorá", su interpretación fue mucho más que una simple canción. El canto de Norka es puente espiritual que evoca siglos de resistencia y cimarronaje, que nos invita a recordar, sentir y honrar la grandeza de nuestra negritud.
Los Tambores y el Legado
Los tambores, dirigidos por el tambor mayor Jesús Cepeda Brenes, hijo del gran Don Rafael Cepeda, ofrecían el pulso que mantenía el ritmo en el batey, mientras veíamos el paso de batuta a Víctor, a Giomar, a Johncito, a Pedro “Pepa”, Bebé, y demás tocadores de repique en repique durante todo el encuentro. Desde el primer golpe del Sicá hasta el seis corrido y corvé, les tocadores crearon una atmósfera en la que cada sonido parecía invocar a los espíritus de quienes caminaron antes por esta misma tierra.
Un Batey de Unidad: El Cierre
Antes de continuar con las Cantaoras, el grupo Ausuba tomó el batey, llenando el espacio con el potente sonido de los barriles. Durante su presentación, resonaron canciones como "Gózate la bomba" y "Yo nací mujer", entre otras de su repertorio. Cerraron su intervención con una poderosa interpretación que invitó al cimarronaje, "Yo hago lo que me dé la gana". Al terminar la canción, el público, lleno de energía, continuó cantando a viva voz su coro, prolongando el espíritu de resistencia.
Iveliz Calderón Tejada, desde Santurce, desplegó su voz potente y enérgica, trayendo al batey un ritmo que evocaba la tradición cimarrona, con una composición de nuestra querida Beba Febo: "Llévame a la bomba, que me estoy muriendo". La cantaba como un grito que, más que expresar dolor, se transformaba en un clamor de vida y liberación. Fue entonces cuando el camino se abrió para una de nuestras mayoras, Nelie Lebrón Robles, la Diva de la Bomba, quien fue recibida con un poderoso coro de su nombre: “¡Nelie! ¡Nelie! ¡Nelie!”. Con su picardía inigualable y su dominio absoluto de la tradición, Nelie impregnó la atmósfera de respeto y admiración, interpretando un cuembé. Con la canción “Mi marido quiere que me componga” nos recordó la fuerza, el humor y la sabiduría que nuestras mayoras han aportado no solo a la bomba, sino a la vida misma.
Desde Carolina, Chamir Bonano, con la emoción aún fresca del lanzamiento de su primer disco como solista, rindió homenaje con un cuembé titulado "Belén pa’ Don Rafael Cepeda", inspiración gigante en la historia de la bomba. Jamie Pérez, desde Mayagüez, ofreció un calindá como plegaria a Caridad, en un acto de profunda devoción que pareció elevarse hasta los espíritus de la bomba. Desde Guayama, Nitzie Judith Sánchez Bernecer nos llevó al sur nuestro archipiélago contando la bomba de los años 50 y 60 con cada nota. Mientras trazaba los repiques del pasado nos recordaba con su voz que de Salinas hacia Arroyo… por Guayama tenemos que pasar.
Karyn M. Tarrats Morales, de Ponce, impactó profundamente en el batey con su interpretación del yubá, un ritmo solemne y emotivo de la bomba. Su energía era palpable, encarnando la lucha y resistencia de sus ancestros y la que actualmente enfrentan por el racismo en Ponce, en cada movimiento y verso. Mientras Karyn cantaba, la interpretación espiritual del baile de Rafa Cepeda agregó una capa mística a su presentación, uniendo tradición y emoción de manera electrizante. Con su entrega total, Karyn no solo cantaba, sino que nos liberaba poderosamente en una bomba compuesta por el mismo Rafa Cepeda.
María E. Romero González, desde Carolina, llevó al batey la energía ancestral culinaria de Loíza en una interpretación apasionada de “Jueyero” que conecta profundamente con los tambores y la tierra, haciendo que cada repique trascendiera el tiempo y nos sumergiera en el legado loiceño. Daniella Alexandra Muñiz Irizarry, desde Santurce, iluminó el escenario con una fresca interpretación de “Entre maracas”, en un diálogo rítmico que demostraba la vitalidad y adaptabilidad de la bomba. Desde La Perla, San Juan, Rashelle Burns Córdova nos recordó la conexión sagrada con la madre tierra, cantando sobre la necesidad de cuidarla y defenderla. Iliana Vázquez Castro, de Sábana Grande, alzó su voz con orgullo, celebrando el empoderamiento de la mujer y destacando la fuerza y resiliencia de quienes luchan por vivir en dignidad y poder.
El cierre fue una explosión de emoción y fuerza colectiva. Marta Zoe Cirino Santiago, “La Misi”, de Loíza, nos devolvió a la casa desbordando energía y tradición con su interpretación, llevando a les presentes a un viaje sonoro que, como bien dijo Gloriann Sacha, es la prueba de que “la bomba puertorriqueña es intergeneracional”. Loíza, con su historia de resistencia, es y será el epicentro de esta celebración que une a todas las generaciones, desde las niñas y jóvenes que apenas empiezan a tocar, bailar y cantar, hasta las mayoras que son pilares del género.
Cuando el batey se abrió para todes, desde les tocadores hasta las bailadoras, el espíritu cimarrón, de libertad, fue palpable.
Este 4to Encuentro de Cantaoras no fue solo un evento, fue un acto de resistencia, una ofrenda a nuestras ancestras, y un canto de amor a la bomba, ese ritmo que cruza fronteras, que une al archipiélago con la diáspora y que nos mantiene conectadas, desde Loíza hasta África. Es importante destacar que la bomba sigue viva gracias a las cantaoras, quienes con su creatividad y fuerza siguen forjando este legado. Muchas de las canciones interpretadas fueron compuestas por las mismas cantaoras, cada verso una ofrenda al pasado y cada repique una declaración de identidad, libertad y resistencia.
Que viva la bomba, que vivan las cantaoras. Amén y Ashé.
¡No te pierdas ningún detalle! Accede al enlace para disfrutar nuestra galería de fotos para revivir los mejores momentos del evento.
4to Encuentro de Cantaoras - 2024
4to Encuentro de Cantaoras - 2024 PT.2