Bautizo de escarchas en un 8 de marzo cuir

Alejandra Rosa

 

 

 

 

12 de marzo de 2021


Crónica desde mirada queer a protestas en el Capitolio el 8 de marzo de 2021.

Mi pecho tiene brillo. Mis brazos, pecho, torso, muslos, espalda, rizos... tienen baby oil, y sobre ellos, escarcha. Me siento pegajosa, pero capaz de zafarme de lo que sea. A esta hora la batucada Prieta Caribe, grupo de personas negrxs organizadas para protestar contra violencias patriarcales, toca en Plaza Colón. Lo sé porque escucho el live. Retumban el espacio como solx lxs cuerpxs negrxs saben. Sabemos que desde ese sonido sanamos ancestras y presencias, y por eso cuando tocan, nos es que toquen: es que queman, echan miles de violencias a la hoguera y las transmutan en movimiento. Ensayan desde hace semanas. La activista Shariana Ferrer, de la Colectiva Feminista en Construcción, lidera consignas a la vez que toca. 


Quisiera estar allí pero no estoy. Escojo hoy protestar desde otro tiempo, desde otro lugar dentro del universo de manifestaciones. Estoy frente a mi espejo. Me bautizo otra vez. En escarcha. Aquí, donde mis yos internas y niñes interiores me ven: nos tenemos. Nuestro 8 de marzo comienza desde adentro: mirando frente al espejo mis cicatrices, y bañándolas en esto que algunxs llaman brillo, y otros ungüento. Son seis frascos: azul, plateado, rosa, violeta, violeta, azul. Les siento caer sobre mi piel y sé que ya soy un poco más libre que ayer. En dos horas el brillo que hay bajo mis pies no solo está en las losetas de mi apartamento; también en el Capitolio de Puerto Rico.

En Viejo San Juan, como parte de las manifestaciones en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, Pólvora Colectiva Cuir - proyecto de producción de contenido cuir digital y político- organizó SLUTWALK: Pasarela Combativa 2021, una pasarela queer, “un espacio de resistencia- abierto a todes- contra las opresiones que han impuesto sobre nuestros cuerpes”, según lee la descripción del evento, que comienza con la lectura de Tirar la tela,  manifiesto escrito por le activista Realenga.


TIRAR LA TELA


Un pedazo de tela roja

Un pedazo de tela roja comprada en la De diego

La tiendita está por cerrar

La telita en descuento

Un pedazo de tela roja que ahora marcará y reconocerá una geografía nueva

Un pedazo de tela roja que delimitará un espacio, un lugar, una cuerpa que no pide permiso ni pide perdón

Una tarima roja

Roja es nuestra bandera bañada de sangre de nuestres hermanes asesinades por las LGBTTQIA-fobias


Rojo es el sudor de nuestros esfuerzos por protegernos, defendernos y construir el mundo que merecemos y que queremos para nuestres hermanes, amantes y familias escogidas

Munda para todes les rebeldes, todes les intransigentes, todes les libres

Cuyas fugas son solo en colectividad

Cuyas fugas son cimarronas

Esta es la pasarela roja viajera de todes y para todes

Nos manifestamos sobre tacones contra el patriarcado

Bailamos y perriamos contra el imperialismo y el eurocentrismo

Reclamamos la necesaria e incesante lucha interseccional

Sobre la tela roja, todas las diferentes opresiones causadas por el hetero-cis-patriarcado y el capitalismo

Serán reconocidas y contestadas

Tiramos la tela por la lucha y por la libertad

Con el brillo, las tacas, el strap-on, el cuero, las barbas postizas y nuestra cuerpas no daremos ni un paso atrás


En cuanto acaba la lectura del manifiesto, el colectivo La Casa, grupx de expresión mediante la producción de música, edición y performance, ocupa el frente del Capitolio. Minutos atrás Plena Combativa, grupo de plena feminista, cantaba Pronombres, una de sus últimas canciones, compuesta por su fundadora, Adriana Santoni. Cuando la sonaron podías ver entre los rostros las miradas de las personas no binarias entre les manifestantes. Era como si se nos cantara un himno. Como si alguien desde la música reclamara lo que nos agota repetir. Una exhalación de alivio que solx lxs cuerpxs trans accionamos a la vez. 


Mientras tocaba Plena, en una esquina, la performera María Luisa “Mussa” Marín improvisaba movimientos. Mussa, miembrx de La Casa,  también es la voz que lidera la dinámica del slutwalk, que incluye baile, gestos performáticos y lo que sea que les cuerpes que deseen participar quieran accionar propongan, toma el micrófono. Y su voz se hace metrónomo. Mide el tiempo. Dialoga, baila, con quienes entran. Entramos.

Mi pecho sigue sintiéndose capaz de zafarse de todo. Y quizá por eso en dos minutos agarro dos potes de escarcha que traje para cubrirme más, por si se me desprendían brillos, y ya no los uso para taparme. Sino para dibujar círculos en el aire. Entro a la pasarela y no estoy aquí ni para refinamiento ni para modelaje: estoy aquí para que nos vean. Negras. Negres. Trans. No binaries. Femmes. Para que vean este afro, para que vean estas tetas. Para que se acostumbren. Porque vamos a seguir saliendo a la calle. 


Entro al espacio, y ya no sé qué estoy haciendo. Un vórtice de energía se me activa por dentro y me siento moviéndome pero no sé  a dónde voy. De pronto extiendo los brazos y la escarcha mancha el aire. Aquí todes sabemos lo que significa un pote de brillo cuando tantos nos quieren justo en el otro lugar: presentes pero calladites, sin incomodar, sin hacernos notar demasiado. La escarcha es poder político. La escarcha es colectiva. Y la tendré yo en el cuerpo, pero no es mía, sino nuestra. En cada punto tornasol hay miles, millones más de lunas, como las que se le dibujan en el rostro a les que entran al runway, a este runway, en donde se celebran nuestras cuerpas afrocaribeñas con todas sus formas y tesituras. 

La primera vez que estuve en una pasarela tuve 8 años. Mi madre me matriculó en unas clases de refinamiento y modelaje. Tímida, caminaba y me daba algo de miedo llegar al frente. Así que daba todos los giros antes de llegar al final del runway. Caminé ida y vuelta ida y vuelta ida y vuelta hasta que la timidez se fue a bailar. Andaba sobre unos taquitos, chicos. Años más tarde, a los 15, volví. Esta vez a un concurso. Nunca he pesado lo que se supone que pese una modelo según los estándares eurocentristas tradicionales. Mi cuerpo afrocaribeño tiene curvas haya o no dieta, rigor y sudor. Aún así me aceptaron en el concurso, y creo que fue por dos razones: primero, por las pestañas. Ellas van ahí alante por mí y yo las cargo. A veces pienso que, la verdad, más que cualquier otra cosa, soy eso: feliz portadora de pestañas. Podría morir feliz con esa descripción en mi bio como síntesis de mi existencia. Son de mi papá. Mi viejo y yo pestañeamos hace años desde un mismo lugar. La segunda razón tiene que ver con que tengo un coraje profundo. Y cuando una tiene un coraje así, caminas con pulsión de vuelo. No hay de otra. Andar se vuelve lo mismo que correr así sea en cámara lenta. Porque muy adentro, sabes, necesitas el movimiento. Necesitas sentir que algo, dentro de todo, está transmutando. Porque lo presente es duro. Duro para les que amas y esa dureza hay que correrla. 


Cuando intercambié los tacos por pies descalzos, otro portal se abrió. Desde entonces, si tengo zapatos, ando en tenis, o botas, lista para correr o para tolerar el frío si hay que cruzarlo. Las frivolidades tienen sus tiempos. Pero hoy no hay frío, sino calentura, y yo, por ejemplo, ando en tenis. Por lxs trabajadorxs sexuales. Por la patería. Por lxs derechos trans. Por nuestros silencios. Por nuestros movimientos. Por nuestras andadas. Porque estamos aquí. Por nuestro derecho a incomodar si tu incomodidad está al borde de mis derechos, dignidad humana y libertad. 

Salgo hecha escarcha y de tantas formas siento que me quedo, se quedan, en quienes estamos, las energías que aquí ofrendamos. En los colores de estas energías recuerdo a mi niña interior. Y siento cómo nuestra protesta queer tiene libros de colorear para les niñes interiores que nunca pudieron colorear(se) como quisieron. Nuestra protesta tiene sexualidad en las partes de nuestra cuerpa reprimidas y burladas por el Estado y sus formas de opresión: bailamos todo lo que la Iglesia nos robó. Nuestra protesta tiene canciones en nuestra boca, líricas por todos los gritos que nunca pudimos dar, o que siempre quisimos dar, más. Nuestra protesta chasca los dedos porque sabemos que un instante es un pellizco al aire, y desde estas cuerpas siempre hemos sabido agarrar bien. 

Les manifestantes acompañan desde aplausos y poderío. En este instante, nuestra escarcha es ley, y el resto es trasfondo. Un telón. Y frente a él: estamos. Cuando caiga la noche habrá brillo azul sobre el suelo, recuerdos de luminosidad. Escarchas, un rastro, una certeza: escarchamos. Porque qué es echarse escarcha encima, sino honrar  las formas de luz de tu comunidad.

 

Video de Recap por Welmo E. Romero Joseph:

 

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Fotos y Videos por: Nildy Chapman, Welmo E. Romero Joseph y Sacha Antonetty

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