Bomba Cimarrona y el caso reciente de violencia racista en Ponce

Por Karmen Rebecca Rosa Encarnación y Gloriann Sacha Antonetty Lebrón

 

Imagen por Caribe Ancestral

Este ha sido el llamado ancestral a defender nuestro poder, a desplegar nuestras raíces ante tanta grieta. El racismo en Puerto Rico no solo se escucha como frases despectivas hacia nuestros cabellos, ni diminutivos a la hora de referirse a nuestro color. El racismo en Puerto Rico también se escucha como gritos y amenazas mientras barriles suenan, como sirenas de policía y apellidos que pesan más que su ley. 

La noche del pasado viernes, 6 de septiembre, un grupo de personas tocando bomba en la plazoleta (plaza pública) frente al Teatro La Perla en Ponce recibió gritos, insultos y amenazas de muerte por parte de Mariano Vidal Meléndez, vecino del Casco Urbano de Ponce. Además de recibir estas violencias el grupo también fue amedrentado por varias patrullas que llegaron al lugar y policías con armas largas. El grupo de personas tocando había salido de una actividad en el Centro Cultural Carmen Solá de Pereira en el que la Escuela de Bomba y Plena Isabel Albizu Dávila está localizada; actividad a la que el vecino le había llamado los policías. Es importante mencionar que los sucesos ocurrieron a eso de las 10 de la noche mientras otros negocios del Casco Urbano de Ponce también estaban abiertos y con música. 

Teatro La Perla en Ponce

A pesar de que estudiantes y personas que forman parte de la comunidad bombera de la Escuela de Bomba y Plena Isabel Albizu Dávila han estado sometidos a un patrón de violencia y vigilancia por parte de Vidal Meléndez y la Policía Municipal, solo la parte afectada por violencia racista tiene querellas en su contra. Según Karyn Tarrats Morales, integrante de la comunidad bombera del sur, desde que la Escuela se mudó hace dos años al Centro Cultural Carmen Solá de Pereira, Mariano Vidal Meléndez llama todos los sábados a la policía mientras la Escuela ofrece sus clases como de costumbre. Además de llamar a la policía su vecino acostumbra gritar insultos y amenazas.

Racismo institucional e hipervigilacia

En las redes sociales se ha desatado toda una discusión sobre la “consideración” y “manejo de conflictos vecinales” como si los conflictos mostrados en el video fueran el contexto completo de la situación de violencia racista que la comunidad bombera está enfrentando. Que además del patrón de violencia antes señalado, las personas tocando estaban cumpliendo con los horarios estipulados el Código de Orden Público del Municipio de Ponce pues este establece que los viernes la música puede estar hasta las 2 de la mañana siempre y cuando no sean ruidos excesivos. Tal parecería que regresamos al Ponce del año 1826, cuando existía el Reglamento de Personas Esclavizadas y tenían que pedirle permiso a sus amos para poder celebrar un baile de bomba como era de costumbre en días de fiesta y domingos según nos cuenta Guillermo Baralt en su libro Esclavos Rebeldes.

Imagen de Caribe Ancestral

Es indignante que las personas de la Escuela de Bomba y Plena Isabel Albizu Dávila tengan que aguantar todo el racismo de Mariano Vidal Meléndez semanalmente y que encima de eso tengan querellas en su contra. Ese mismo viernes del altercado personas del mismo grupo intentaron hacerle una querella pero la respuesta de la Policía fue que no la iban a aceptar porque “no tenían caso” y “se les iba a caer”, negándoles así su derecho a documentar los sucesos desde su perspectiva. A pesar de ser indignante, no deja de sorprendernos pues nos recuerda que la Policía como institución fue pensada y creada para hipervigilar y perseguir a los cuerpos negros luego de que se aboliera la esclavitud. Esta situación no se aísla de eso, la Policía continúa estando en función de las personas blancas y la propiedad privada.

Portavoces del grupo etiquetaron en las redes sociales a la alcaldesa interina de Ponce Marlese Sifre exigiendo algún tipo de respuesta, sin embargo lo que recibieron fue una citación al Tribunal el próximo lunes, 23 de septiembre a las 9 am.

¿Quién protege a nuestras niñas y jóvenes negras?

En el video es evidente cuando el vecino racista Mariano Vidal Meléndez va directamente hacia una joven negra a desplegar sus insultos y su odio. En el video también se puede ver cuando las dos personas que ponen su cuerpo entremedio para protegerla son otras mujeres negras entonces nos preguntamos, ¿quién protege a nuestras jóvenes negras?, ¿quién protege a nuestras niñas negras? 

Imagen de Caribe Ancestral

Nuestra compañera Mariluz Franco utiliza una frase que dice “Cuerpo negro, blanco de ataque” para visibilizar los altos niveles de exposición a violencia que se tienen meramente por ser una persona negra. Ante la amenaza de violencia racista física por parte del vecino y violencia racista institucional por parte de la policía vemos una vez más cómo quedamos desprotegidas, cómo se nos tilda en las redes sociales de irrespetuosas, gritonas y merecedoras de malos tratos. Vemos cómo la gente saca su racismo a pasear con sus comentarios supuestamente dirigidos a nuestro comportamiento pero muy directos también a nuestra afrodescendencia. A pesar de que en el video queda evidenciado explícitamente la actitud y tono intimidante de Vidal Meléndez, quienes reciben la violencia de lo vivido y los daños emocionales a largo plazo son las jóvenes y niñas negras.

Todo nuestro amor a nuestras niñas, jóvenes y mujeres negras que merecen ser protegidas, celebradas y amadas. 

Una forma más de desplazamiento…

La Escuela de Bomba y Plena Isabel Albizu Dávila no ha tenido un lugar estable para su gestión cultural a 11 años de su fundación, incluyendo los últimos dos años y medio plagados de acoso, hostigamiento y violencia racista. Lamentablemente así como este caso en Ponce vemos muchos otros en los que se apuesta al desplazamiento y la no permanencia de las personas negras en sus propias tierras y viviendas. El mensaje que quieren llevar es alto y claro: que no somos dignos, que nosotros y nuestra cultura irrumpen la paz, que nuestra estética no va acorde con sus visiones de “progreso” (gentrificación) y que están dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias para ponernos en nuestro sitio… con todo el apoyo de las instituciones RACISTAS. 

Centro Cultural Isabel Albizu de Pereira

Una experiencia parecida está pasando la familia de Justin Martis en su casa de más de 30 años ante el patrón de violencia que sostiene su vecino en la urbanización Alturas de Fairview de Trujillo Alto por los últimos siete años. Justin Martis además de tocar bomba para ganarse la vida, es un estudiante de Música con Concentración en Percusión de la Universidad de Puerto Rico. Su vecino Joel Negrón ha sometido a su familia a un patrón de violencia que ha afectado la salud física y emocional de toda la familia además de crear un sentimiento de inseguridad en su propio hogar. No ha sido suficiente con llamar a la Policía, hacer comentarios despectivos sobre su casa, poner clavos en las gomas y disparar con perdigones a los carros de la familia. Michelle Cruz (madre de Justin Martis) y su hijo fueron citados al Tribunal de Carolina el 12 de septiembre de 2024 para que el juez asignado al caso escuchara solo a la parte querellante y terminara concluyendo que el Tribunal de Carolina no tenía jurisdicción y se archivara el caso. A pesar de que parezca una ganancia, problematizamos esta determinación. Más que las implicaciones económicas y el tiempo, los daños emocionales que pueden tener los procesos legales son un peso que solo cargará la parte afectada, en este caso Justin y su familia; asimismo la paz, tranquilidad y sentido de seguridad en su hogar.

Estos dos vecinos racistas tienen dos cosas en común y es que están dispuestos a gritar, amedrentar, llamar a la Policía y violentar con tal de hacernos sentir como que nosotros, nuestras expresiones culturales y ancestrales deben estar segregadas y escondidas. Sus violencias son una apuesta a que no existamos, al despojo, a que el espacio tanto privado de nuestros hogares o centros, o espacios comunes y públicos no sean reclamados como nuestros, a que pidamos permiso para nuestros toques como en los años 1800, a que el tambor africano y el cimarronaje claudique. ¡Eso JAMÁS lo vamos a permitir! 

Historias racistas y de cómo se manifiesta el racismo estructural y sistémico a la vez que el racismo interpersonal son lamentablemente parte de nuestra historia reciente y las secuelas de la trata esclavista, del prejuicio que aún vive en la fibra de las personas, familias e instituciones, así como el poder que tienen unos sobre otros. Se disfrazan los conflictos vecinales con racismo, se dilatan procesos de justicia, las familias blancas contratan seguridad privada con armas largas cuando vamos a dar apoyo y a sanar con la bomba puertorriqueña, ponen letreros, apuntan con linternas en las noches a los cuartos, ponen música a todo volumen y hasta amenazan de muerte a miembros de la familia. Todo lo que acabamos de nombrar fue la vivencia de la Familia Ramírez- Walker de Canóvanas por más de tres años. Como nos ha recordado nuestre queride Dani Betún: ¡Prohibido Olvidar! Prohibido olvidar la experiencia de la Familia de Canóvanas, la de Alma Yariela y tantas otras personas que han tenido que vivir a flor de piel todas las manifestaciones del racismo en este archipiélago. 

Bomba Cimarrona: Este no es un caso aislado…

No es casualidad lo que están viviendo les integrantes de la Escuela de Bomba y Plena Isabel Albizu Dávila de Ponce y la familia de Justin Martis en Trujillo Alto. Es como ir en retroceso a los 1800. En aquel tiempo el principal objetivo del Reglamento de 1826 era prevenir conspiraciones y amedrentar a las personas esclavizadas con posibles castigos y otras medidas que se tomarían en su contra en caso de sublevación. En estos tiempos, cualquier manifestación de libertad, gozo en familia y comunidad de la gente negra, con una manifestación cultural y musical africana es suficiente para acosarles, amenazarles y violentarles.      

La Bomba como género surge de la incansable negación al olvido, de la resistencia a la asimilación, de la materialización de la espiritualidad y las estrategias para la liberación, de la necesidad de expresión y organización. La bomba nace en un contexto histórico en el que su mera existencia era un reto a la autoridad. La Bomba Puertorriqueña es el género autóctono musical más antiguo de nuestro archipiélago. Sobrevivió la trata esclavista, cruzó mares y sus cánticos, sus bailes, sus toques, su llamado y respuesta y el batey ha pasado de generación en generación y ha sobrevivido más de 500 años de historia de resistencia. Las músicas africanas fueron reguladas en muchos países, incluyendo el caso de Estados Unidos en donde se prohibió y se eliminaron los toques de tambor a las personas negras, pues sabían que era un instrumento de resistencia, liberación y cimarronaje muy poderoso. Estamos aquí para romper ciclos de violencia racista. Estamos aquí para protegernos y amplificar estas injusticias. Estamos con la familia de la Escuela de Bomba y Plena Isabel Albizu Dávila de Ponce y la familia de Justin Martis en Trujillo Alto. Nos sumamos al legado y linaje de las familias negras y afrodescendientes que han llevado con responsabilidad y amor la Bomba Puertorriqueña, afirmando su Africanía y su poder. Si somos buenos para entretener a la gente con nuestra música y nuestra cultura, seremos mejores para defender lo nuestro, nuestra libertad y dignidad. 



Referencias

Denuncia Antirracista por Caribe Ancestral

Esclavos Rebeldes de Guillermo Baralt