Desalojo de vivienda universitaria en medio de la pandemia
Por Gloriann Sacha Antonetty Lebrón y Ana Castillo Muñoz
Ante la amenaza de ser desalojadxs de la única vivienda segura que tienen en estos momentos, dos miembras del Colectivo de Estudiantes Residentes de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP) y una veintena de estudiantes se sienten a la intemperie y abandonados por la universidad.
Ahora mismo, las opciones que tienen a la mano son deambular por las calles de Río Piedras o dormir en sus carros en medio de la pandemia del COVID-19.
La amenaza de quedar el lunes en la calle, el desempleo, el coronavirus, los altos costos de vivienda, su seguridad física y emocional, así como el miedo de tener que abandonar sus sueños y sus metas por falta de un techo, son las preocupaciones de las jóvenes, Gabriela Ulloa Fermín de 23 años y Coralys Rodriguez De Jesús de 18 años, estudiantes de Educación y Humanidades, respectivamente. Ellas junto a más de veinte estudiantes denunciaron hoy que la Universidad insiste en desalojarlos de sus viviendas este domingo en medio de la emergencia del coronavirus.
“Al día de hoy no se nos ha propuesto una oferta para los estudiantes que no tenemos a donde ir, por esto de la pandemia muchos hemos perdido nuestros trabajos y no tenemos los recursos suficientes para pagar un hospedaje afuera, ya que los precios son de $400, algunos sin agua y sin luz y somos muchos los que al no tener una residencia vamos a tener que dormir en nuestros vehículos”, dijo Ulloa Fermín quien es una joven evidentemente negra y estudiante en su quinto año.
Pero para Ulloa Fermín, esta no es la primera vez que tiene que salir de un hospedaje estudiantil. Hace dos años fue desalojada de Torre Norte de Plaza Universitaria, también en Río Piedras, por unos supuestos arreglos a la infraestructura que al sol de hoy no se han realizado.
“Para mí este sería mi segundo desalojo, también y para muchos de aquí”. Nos sentimos abandonados. A merced de deambular en las calles porque no tenemos a donde ir. Es una situación triste y dolorosa. El no tener un ratito de calma, tu espacio para poder estudiar y concentrarte. Este es nuestro refugio y ahora no tenemos nada¨, puntualizó.
Ulloa Fermín está desempleada. Como muchos ante la pandemia, perdió su trabajo lo que le imposibilita mudarse a otro lugar, además de los altos costos de vivienda.
“Nos sacaron porque lo iban a remodelar y no sucedió nada, ahora mismo lleva dos años, ahora yo pensando, ahí está la infraestructura deteriorándose. Lleva dos años cerrado sin ningún arreglo. Aquí dijeron que iban a hacer una remodelación, pero tememos que quede en lo mismo porque ellos hicieron una promesa de que iban a remodelar y no ocurrió, sostuvo la joven.
Al verse nuevamente en esta situación su seguridad física y emocional están en juego.
Y su caso no es ajeno al de la joven Rodríguez De Jesús, pues ambas están conversando de frente con la idea de tener que abandonar sus sueños y sus metas por falta de un techo.
Actualmente quedan cerca de 20 estudiantes alojados en la residencia, pero saben de más de 40 jóvenes que tienen una necesidad urgente de vivienda. Según las muchachas hay muchos más que no tienen vivienda segura para el verano y para el próximo año universitario.
De acuerdo con Ulloa Fermín y Rodríguez De Jesús la fecha original de desalojo era para el 27 de mayo y se extendió hasta el domingo, 31 de mayo, pues algunos estudiantes reclamaron que no habían terminado el semestre. A los estudiantes internacionales que necesitaban vivienda se les ofreció moverse a Plaza Universitaria, una opción muy poco viable para los estudiantes, pues la renta en ResiCampus es de $200 semestrales ($40 al mes) y en Plaza Universitaria $255 mensuales.
La administración ofreció un incentivo de $40 para que estudiantes salieran de la residencia que tiene un cupo máximo de 245 estudiantes.
“Desde el comienzo de la pandemia en la residencia le pedimos reuniones y en cuatro reuniones explicaron sus necesidades, eran las de internet y se solicitaron alternativas de vivienda, por que ellos lo que querían era desalojar inmediatamente por la pandemia. Esos eran los rumores, que ellos quería clausurar por completo porque entendían que la residencia era un foco de contagios”, mencionó Rodríguez De Jesús.
El desempleo y recursos económicos dentro de la misma institución académica, como es el programa de estudio y trabajo, son inciertas por la pandemia.
“En mi caso no tengo trabajo y esa es una de las razones por lo que tendría problemas en costear una residencia, porque las rentas son altas y yo vengo de una familia de escasos recursos. El hecho de que Resi cierre sería un golpe super fuerte para mí. Si yo no tengo donde vivir, cómo voy a estudiar. A mayor razón porque yo soy víctima de violencia sexual y mi agresor vive en el mismo lugar donde habitan mis padres y mi vida estaría en riesgo si vuelvo entonces a mi casa. Y la Resi era la alternativa para yo mantenerme a salvo, porque él no sabe que yo vivo acá…”, añadió Rodríguez De Jesús.
Ambas aseguran que hay otras situaciones críticas por la cual los estudiantes no pueden volver a sus casas. Como es el caso de los estudiantes internacionales, por el hecho de que sus fronteras están cerradas por la pandemia y locales que por su orientación sexual, no están seguros en sus hogares.
“En mi caso conozco personas que han sido botados de sus casas por su orientación sexual y la Resi era su alternativa para mantenerse seguros y no enfrentarse ante esas personas que constantemente los estaban agrediendo verbalmente o psicológicamente¨, sostuvo Rodríguez De Jesús.
Por su parte, Ulloa Fermín reconoce que los hospedajes universitarios siempre han sido una fuente para que lxs estudiantes pueden ir independizándose y poder lograr sus metas, sueños, graduarte y tener una estabilidad.
Con el cierre de la residencia, desaparecería la única organización estudiantil de la comunidad LGBTTQIA+ ResiCuir, así como ResiCulto, un espacio de base religiosa.
Sin embargo, aunque están dando la pelea ante el desalojo, las chicas reconocen que hay un ambiente pesimista merodeando los pasillos de la residencia. Dicen estar cansadas de los atropellos y que la Universidad no atienda los reclamos.
¨Hay muchos estudiantes que han pasado por depresiones y ansiedad, por el no saber dónde vas a vivir. Además estamos en finales de exámenes. Han sido procesos difíciles porque muchos están lejos de sus familias…¨, compartió Ulloa Fermín.
Ya desde el 15 de abril hubo estudiantes que se fueron de la residencia con la promesa de que les iban a devolver la mensualidad de mayo. “Muchos fueron desalojando por la pandemia, buscaron lugares alternos para evitar contagios y otros se fueron pues ellos (la administración) han estado todos los días diciendo que están recogiendo llaves¨, acotó Rodríguez De Jesús.
Durante la entrevista a Rodríguez De Jesús hizo mención de una nota publicada en El Vocero, y aprovechó para desmentir la respuesta de la Administración de la residencia estudiantil en la que decían que han ofrecido apoyo a lxs estudiantes para cumplir con sus necesidades. ¨Eso es totalmente falso, ellos no nos han brindado ningunas herramientas. Y es completamente falso, también que digan que ningún residente ha solicitado ese servicio¨, afirmó.
Ulloa Fermín, enfatizó en que la administración dice que no había necesidad de vivienda, porque no habían solicitudes de vivienda, sin embargo, no se ha brindado el proceso de solicitud en línea como todos los años.
“Lo único seguro que tenemos es que el primero de junio deambularemos en las calles y ni tenemos donde vivir, comentó Ulloa Fermín.
Justamente desde el sector de justicia social, el tema de vivienda se ha discutido por varias organizaciones como consecuencia del impacto que han sufrido personas y comunidades vulnerables en los pasados años. Colectivo Ilé ha estado realizando Juntes de Saberes en distintas comunidades, entre ellas la comunidad universitaria.
“Hace unas semanas nos sentamos con un grupo de estudiantes universitarios a hablar sobre la situación de vivienda en un junte de Vivienda Digna y Pertenencia. En ese y otros juntes no solo nos enteramos de las circunstancias particulares que viven que hacen la situación insostenible, sino del trauma infligido por la constante amenaza de perder la seguridad de ese techo”, mencionó María Reinat Pumarejo, organizadora y educadora antirracista del colectivo.
Para la también organizadora comunitaria de Colectivo Ilé, Kimberly Figueroa Calderón el asunto de la vivienda digna y la pertenencia son instancias de gran importancia en la formación de identidad de los seres humanos y destaca que estos jóvenes se han movido a Resicampus por el deseo inmenso de crecer profesionalmente y ser agentes de cambio en sus comunidades y país. Además ambas denuncian esta situación como una inhumana en cualquier momento, pero en esta actual crisis en la que nos encontramos por la pandemia es cruel y tormentosa para estxs jóvenes.
“Realmente nosotros no queremos resistir, solo estamos buscando ayuda de la universidad. Porque entendemos que si hay unas mejoras no queremos ser pieza de tropiezo en las mejoras que van a ayudar a otros estudiantes en el futuro, pero que no nos dejen a la merced de deambular en las calles. Estamos en total disposición de llegar a unos acuerdos. Ya que ellos nos dijeron a través de carta que ellos iban a ayudar con los estudiantes que necesitarán vivienda y comidas. Y no se dieron ninguna de las dos. Antes de la pandemia nos dijeron que nos iban a dar unos vales para sufragar los gastos de cuando culminara el proceso en mayo, pero eso tampoco pasó”, finalizó Ulloa Fermín.
Nota editorial: En estos tiempos de pandemia para garantizar la dignidad y la preservación de las vidas, es crucial que el gobierno provea garantías sociales que hagan valer los derechos y el acceso a la vivienda, alimentación y la educación entre otros derechos fundamentales. Les invitamos a leer los pasos que debe estar tomado el Gobierno, en vez de dejar desprovistos de un techo a estudiantes universitarios. #LaPeregrinaColectiva #NosJugamoslaVida