Si nos matan, que quede este grito

Por Alejandra Rosa 

y Viviana Calderón

Para Revista étnica

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Me voy de todas las casas. Salgo a las calles de día, de noche, con el cielo nublao, bajo aguacero o sol candente. Corro, camino, ando, me detengo y hasta me acuesto en la calle. Con mucha o poca ropa, desnuda, con escarcha o colores. Me voy de todas las casas, de todas huyo. Y digo casa y digo voces.  


las voces latigadoras,

la voz de la culpa, 

la voz del "no salgas",

la voz del "llega temprano", 

la voz de "ten cuidado",

la voz del "quédate, que yo soy lo mejor que te ha pasado a ti"

la voz de "vigila cómo te vistes cuando salgas"

la voz del miedo.


Me voy. Me fui, desde la infancia hasta hoy. Porque en ninguna pude tener voz.  

Me voy para encontrar mi cuerpo vivo. Me voy para que me encuentren siempre viva. Me voy para gritar: perspectiva de género, ya. Grito, los gritos, que a veces son una garganta extenuada por tanta repetición.


la culpa no existe

existe la responsabilidad

la responsabilidad no es de la víctima o de la sobreviviente,

es de el agresor. 

y escribo él, pero bien pudiera ser ella. 

pero digamos él porque la raíz es el patriarcado.


Me voy de todas las mayúsculas. De todas las figuras de poder. Las miro con un fósforo en mano, que voy prendiendo, según me lo permiten mis cicatrices. Me fui. De los golpes emocionales, de las violencias que, como no nos mataron, nos tocó validárnoslas nosotras, con dos cigarrillos en mano y la certeza de que nuestras cuerpas son nuestras.


Me fui de los bancos de la iglesia, y entendí que cualquier lugar puede ser una iglesia, que cualquier discurso separado de la Humanidad y la dignidad puede ser un crucifijo.Me fui de cientos de rostros fundamentalistas, y entendí que cualquier mente que se canta liberal puede fundamentar su violencia en mi cuerpa, sin importarle mi dolor. 


Benditas las amantes. Benditas las madres solteras. Benditas las 'chamaquitas' que salen con gente mayor. Benditas cada una de ellas, a las que se les piensa más merecedoras del horror. Benditas sus dignidades. Benditas sus palpitaciones, benditas sus libertades. Benditas a las que nadie quiere escuchar, centralizar, ni pensar. Benditas. Benditas sus versiones. Benditas.


Si me encuentran muerta mañana, sepan: que gritamos antes, que salimos a la calle, que nos fuimos cuando pudimos, que le contamos a nuestras redes de apoyo quienes fueron agresores. Que denunciamos. Que hasta perdonamos. Y que también nos callamos, cuando no encontramos cómo articularnos. Pero que aún en ese silencio, nunca fue tolerable el horror. 


Y a pesar de él: pongo la cuerpa. Salgo, decido cuándo es temprano. Me cuido, y me cuidan, me cuida: mi manada. No el Estado, a quien le importamos menos que las cenizas que quedarán cuando ardan, exploten, todos los discursos que nos violentan, y creen en el aire un silencio ensordecedor que lo desordene todo.


Me voy para encontrar mi cuerpa viva. Me voy para que me encuentren siempre viva. Me voy de las voces, del silencio, del miedo: para decir aquí estoy. Aquí estamos. Y vamos a seguir. Y aunque pase el tiempo, y no estemos, o no estén nuestras amadas, quedarán estas letras: que son un grito, y un señalamiento: dónde implementas perspectiva de género en tus relaciones cotidianas, de qué espacios te vas, a quién proteges. Basta ya. Si a alguien vas a proteger, que sea el derecho de quien sea a irse del dolor, la violencia, y el horror.

       

    me voy, me sigo yendo

    me fui, me seguiré yendo

    miro atrás solo cuando duele

    me aprieto el moretón que solo yo veo,

    que quienes me aman bien ven bien 

    y corro rápido, quemo dos fósforos

    Me voy, me sigo yendo,


lo muevo,

lo escribo,

    lo conjuro.